Hábitos saludables como la actividad física diaria y la alimentación sana son factores esenciales que deben inculcarse desde temprana edad.

El desarrollo integral durante la infancia determina la calidad de la salud durante el resto de la vida de una persona. En los últimos tiempos, mantener buenos hábitos parece haberse vuelto más complicado debido al marcado aumento del sedentarismo infantil. En la actualidad, la forma de jugar y mantenerse activos de los más pequeños ha cambiado, el movimiento se ha visto reemplazado por pasatiempos mucho más estáticos como ver la televisión o el uso de los videojuegos y consolas.

Si tenemos en cuenta que la niñez es el periodo más importante para adquirir hábitos sanos y hacer que estos perduren, es oportuno destacar la alimentación y la actividad física como esenciales en esta etapa.

La primera, porque una dieta sana y equilibrada proporciona los nutrientes imprescindibles para un crecimiento adecuado y son vitales para que el cuerpo funcione correctamente. La segunda, ayuda a fortalecer huesos, músculos y articulaciones, un corazón más fuerte y mejor autoestima, además de contribuir al crecimiento, entre otras muchas cosas. Esto, sumado al tercer pilar, al bienestar psicológico, se vuelve fundamental para que los niños estén bien y afronten la vida con un resultado de satisfacción.

Cuerpo sano, mente sana

El cuerpo es como una máquina que necesita combustible para funcionar, este combustible son los alimentos que se “queman” para proporcionar la energía necesaria para realizar las actividades diarias. Es por ello que llevar una dieta equilibrada y saludable determinará el buen funcionamiento del organismo, buen crecimiento, y una óptima capacidad de aprendizaje, comunicarse, sociabilizar y adaptarse. Pero el cuerpo también necesita cierta cantidad de energía para cumplir con sus funciones básicas como respirar y digerir los alimentos, y esta energía extra va a depender de la actividad física que se realice.

Llamamos actividad física a cualquier movimiento voluntario del cuerpo producido por los músculos que requiere energía adicional a la que el cuerpo necesita para mantener las funciones vitales (respiración, circulación de la sangre, etc). Realizar un mínimo de 30 minutos de actividad física cinco veces por semana o más disminuyen el riesgo de padecer enfermedades como enfermedad cardiovascular, diabetes, obesidad, hipertensión arterial y colesterol elevado.

¿Qué diferencia hay entre el ejercicio físico y el deporte?

El ejercicio es toda actividad física planificada, organizada y repetitiva, con el objetivo de mantener o mejorar la forma física. El deporte, en cambio, es todo ejercicio físico que se realiza siguiendo reglas que conjugan actividades físicas con otras características de la persona. Tiene la doble vertiente del ejercicio y de la competición.

La actividad física practicada de manera regular y programada en los niños y adolescentes les permite desarrollar movimientos, cuerpos más fuertes, mantener la mente sana, pensar más claramente, controlar el apetito y el peso, disminuir la tensión emocional y sobre todo los hace sentir mejor. Más aún, los niños que realizan actividad física regular mejoran su rendimiento escolar. Además, ayuda a que los chicos desarrollen confianza en sí mismos, compromiso con el ejercicio, actitud positiva hacia la actividad física, deseos de auto superación y capacidad para disfrutar la actividad física.

En niños con hábitos de escasa actividad física, que no se muevan mucho, pueden ocurrir trastornos de la imagen corporal o falta de creatividad para jugar. Esto explica la necesidad de implementar planes de actividad física en forma regular y fomentar hábitos saludables desde la familia y el colegio para sostenerlos en el futuro. Acompañarlos y guiarlos para adoptar buenos hábitos y crear comportamientos positivos será una responsabilidad de hoy pensando también en el mañana.